lunes, 5 de octubre de 2015

Cumpleaños imperfecto.

¡Hola de nuevo!

Después de un parón de varios meses, vuelvo al blog con un post de autocrítica.
Y es que a veces nos empeñamos demasiado en que todo sea perfecto, en que las cosas sean tal y como las imaginamos previamente. Nos esforzamos tanto en que nada quede al azar que al final...el destino se ríe en nuestra cara. ¿Os suena?
Seguro que os ha pasado alguna vez. Apuntáis ideas, buscáis en Pinterest, hacéis listas...y todo para nada.
A menudo, esa búsqueda de la perfección sólo nos trae frustración, nos aleja de la realidad y no nos permite disfrutar de momentos que, sin duda, son irrepetibles.

Pues bien, allá va mi relato: "Me llamo Patricia y soy perfeccionista. Pero lo estoy dejando. Lo prometo." (Oigo que me contestáis como si estuviéramos en terapia de grupo).

Empecé a preparar el segundo cumpleaños de Alicia más de un mes antes, barajando un montón de ideas: temática, lugar, tarta, detalles, invitaciones...quería que fuese especial, bonita, divertida y, sobre todo, quería hacer muchas fotos para el recuerdo, ya que del primer cumple a penas tengo alguna decente.

Al final, se me ocurrió la genial idea de hacerlo al aire libre (con el riesgo que esto supone en Asturias) en un merendero junto a un acantilado cerca de Luanco, con unas vistas impresionantes del mar. Idílico. Aparentemente perfecto. Compramos incluso una mesa plegable por si todas las mesas de madera del merendero estuvieran ocupadas al llegar.

Tras pasar dos semanas mirando compulsivamente el tiempo en The weather Channel, llegó el día C.
Tenía todo bajo control, no faltaba detalle, estaba todo organizado en varias bolsas y cajas. Ante la mirada atónita de mis padres (parecía que estábamos de mudanza) me puse a vestir a Ali con el atuendo elegido para su fiesta.

Metimos todo en dos coches y...¡a celebrar!

Cuando llegamos al merendero, al segundo de salir del coche, supe que el plan se había torcido por completo: el viento allí arriba era tan fuerte que literalmente te volabas.
Cambiamos la ubicación a un parque, pero la cosa no mejoró demasiado...el aire ese día estaba embravecido, cabreado, de muy mala leche.

Pero para mala leche la que se me puso a mí cuando tuve que asumir que no podía usar las guirnaldas, el mantel...cuando los vasos, las servilletas y la mayoría de los carteles que había imprimido, recortado y pegado, salían volando.

La disposición de la mesa, que había sido meticulosamente pensada (llamadme friki), acabó de cualquier manera bajo la premisa de un "pon esto encima para que no se lo lleve el aire".

Platos y servilletas, de Hascot Kids.

Cajas para chuches, de Hascot Kids.

Dispensador de bebida, de Tiger.
Aún con todo, y a pesar de las adversidades, la fiesta comezó. Llegaron familia y amigos...todos con cara de circunstancias (qué bien me conocen) y quitándole hierro al asunto.
Reconozco que al final me reí, guardé el móvil e intenté disfrutar de la tarde, de mi gente, ¡del cumpleaños de mi hija!
Me había preocupado tanto de la decoración, la comida, la bebida y la tarta...que me había olvidado que la verdadera protagonista no era la mesa, sino ella.

Ella, que en su maravillosa inocencia había permanecido ajena a los nervios de su madre y se había dedicado a jugar y corretear por ahí.

Ali con camiseta de Momasmini.
Recuerdo del cumpleaños, que repartimos entre todos los asistentes. Diseñado por Cuestión de tiempo.
Pomperos-helado de Mamá Ardilla.
De aquel día me quedo con los juegos, las risas y un "cumpleaños feliz" con el que se le iluminó la cara al vernos a todos cantar a la vez.


Por supuesto, tengo claro que para el siguiente me voy a centrar en disfrutar de los míos y en hacerla feliz a ella, sin más. Sin esquemas previos ni organizaciones. Porque, aunque yo tuviera la ilusión de que aquella fuera la fiesta más genial del mundo y que permaneciese para siempre en su recuerdo, queda demostrado que a los niños lo único que les importa es que estés ahí, disfrutando con ellos de su día especial. La pura realidad es que no les interesa lo más mínimo si hay guirnaldas, vasos mint o si todo va coordinado en tonos pastel.

Al final aprendí la lección, amigos míos, esa que nos enseña que no vale la pena obsesionarse con los detalles, porque nos estaremos perdiendo el momento. Esa que nos enseña que las mejores cosas de la vida son imperfectas.

Tengo muy pocas fotos de ella...de la dichosa mesa que tanta preocupación me supuso, pero gracias a mi hermana, muchas otras de mi hija y de las personas que nos acompañaron aquel día.

(A todos ellos, una vez más, gracias por venir).



¡Espero que tengáis una feliz semana imperfecta!





10 comentarios:

  1. Pati! si es que tú eres demasiado perfeccionista y detallista para estas cosas! Está claro que hubiera quedado todo precioso, pero para preciosa tenemos a Alicia cuando corre y juega y se lo pasa pipa como en la foto, que está para coméeeersela!

    Así que vivan las imperfecciones! vivan los momentos imperfectos que al fin y al cabo son las pequeñas cosas que hacen de nuestra vida algo único.
    Qué poética! jajaja.
    Muchos besos y bienvenida de nuevo!

    https://supermumdiaries.blogspot.com/

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    1. Gracias, guapa! Siempre me suele pasar cuando organizo algo así, meticulosamente. Disfruto planeándolo con muchísima ilusión, pero llegado el día estoy tan pendiente de que todo salga bien...que sencillamente me pierdo la fiesta! Y al final está claro: no merece la pena. Un besote!

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  2. ay cómo te entiendo. Yo me pasé los dos primeros años haciendo fiestones super preparados. hasta diseñábamos todo y nos íbamos ala imprenta. Luego me sobraban toneladas de cosas que no podía reutilizar de un año a otro y siempre me quedaba con la sensación de que no había salido como yo esperaba. En fin, que nos pasamos un montón y parece que los cumples de ahora son las boda de ayer. Felicidades a la pequeña Alicia!

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    1. Jajaja...a veces cuesta ponerse freno, sobre todo cuando se trata de nuestros hijos. Pero es precisamente pensando en ellos por lo que debemos pararnos y que, al menos en las cosas importantes, gane la sensatez. Gracias por tu comentario Olga. Un abrazo!

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  3. Como bien dices, lo importante es que ellos lo disfruten... un cumpleaños feliz cantado por todo el mundo y dedicado a ellos es lo que más les llena (te lo digo que lo tengo fresco... tres celebraciones en una semana. tres). Mil besos

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    1. Ella disfrutó, eso seguro! Pero yo tuve que resetear, respirar profundamente y decirme aimí misma que no pasaba nada por que aquello no estuviera saliendo "según lo planeado"! Y la verdad, la próxima vez prefiero ir más relajadita, jajaja. Un beso Almu!

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  4. los ninyos no dan importancia a fiestas pomposas, lo mejor seguro que era que pudiera estar corriendo al aire libre.después un regalito y una rica tarta, un menû segûn sus gustos y seguro serà la màs feliz ese dîa! nosotros hinchamos globos, se ha convertido en una costumbre, asî cuando baja por la manyana toda la sala està llena de globos, después los regalos y ella quiere siempre muffins con choco rosa.

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    1. Gracias por tu comentario, Mirari. Tengo claro que este año me voy a complicar mucho menos...menos es más!

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  5. A todos nos ha pasado, es que esto de vivir bajo el influjo de Pinterest y de las bloggers de life style es muy duro!
    Tengo en cuenta tu experiencia para la celebración de los 2 años de mi hija ( el cumple nº1 fue un poco estrenaste!)

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    1. Exacto! Sabias palabras Lolita...jajaja...tanta inspiración por doquier nos vuelve tarumbas. Te recomiendo poner cuatro cosas apañás que con poco se puede hacer mucho...y sobre todo dejarte llevar y disfrutar del día y de tu niña. Gracias por comentar. Un beso enorme!

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