No sé si os habrá pasado a otras mujeres que hayáis pasado por esto pero yo recuerdo el embarazo como una de las épocas más felices de mi vida.
Puede que fueran las hormonas, la ilusión de saber que había una personita dentro de mí y que pronto vendría al mundo para que pudiera achucharla cuanto quisiera, puede que fuera porque me veía un pelazo de infarto y no mis cuatro pelillos de siempre, puede que fuera todo a la vez o nada en concreto. El caso es que no había manera humana de quitarme la sonrisa de la cara, no había mal humor, ni a penas cansancio, sólo unas ganas tremendas de tener a mi niña conmigo y mil fotos de mi barriga, que creció y creció hasta niveles insospechados.
Nunca me habría imaginado cuánto cuantísimo me iba a gustar mi barriga (tanto, que aún hay una pequeña parte de ella que decidió quedarse...).
Estaba encantada con ella, quería enseñarla, exhibirla y hasta enmarcarla.
Y ahí es donde entra Marta, de El espejo de plata , que me hizo una sesión a los cinco meses de embarazo en un sitio muy especial, el pueblo de mi padre.
Os dejo unas cuantas fotos para que veáis el tipo de fotografía que hace.
Y os recomiendo a las futuras mamás que no lo dejéis pasar. Al fín y al cabo, son sólo nueve meses que pasan muy rápido (aunque no lo parezca) y el recuerdo de las fotos es para siempre.
Incluso podéis llevar algo de ropa del bebé, por ejemplo, lo que habéis elegido para ponerle durante sus primeros días.
Marta llevó una cuerda y elegimos un árbol para colgar las prendas como si estuvieran secándose al sol.
¡Parece mentira que ya haya pasado más de año y medio!
Aunque siempre puedo volver a aquel momento que quedó inmortalizado.
¡Feliz Domingo!